La alternativa sería realizar la meditación sin esa guía externa sino interna y ser uno el responsable de dirigirla.
No necesariamente una es mejor que otra sino que son distintas y ambas pueden servir para distintos momentos, objetivos o necesidades espirituales.
En mi caso, a veces realizo meditaciones guiadas y otras veces prefiero guiarme a mi mismo en la meditación.
Una razón frecuente para hacer la meditación guiada en lugar de la “no guíada” es que es más fácil, sobre todo cuando la mente está muy inquieta.
Hay meditaciones guiadas de los instructores de meditación más reconocidos del mundo, por lo que meditar bajo la guía de ellos puede sentirse maravilloso.
A veces, aún cuando sea un instructor desconocido, puede haber una meditación guiada con la que estamos muy a gusto.